viernes, abril 26

dos esferas de poder, un trío estratégico y una Guerra Fría «diferente»


La invasión rusa y el martirio ucraniano, primera guerra de una gran potencia en suelo europeo desde 1945, causa repercusiones “absolutamente globales”. Tantas que el trío estratégico de las mayores potencias mundiales, formado por EE.UU., Rusia y China, tiene por delante cambios enormes hoy plenos de incertidumbre, que han devuelto a la actualidad la hipótesis amenazadora de ataques atómicos y una tercera guerra mundial.

El tema no se planteaba en forma tan imperiosa desde la crisis de los misiles soviéticos en Cuba que apuntaban al vecino Estados Unidos, en 1962.

Esta es la carta de identidad rápida de una crisis que, según una parte del intelecto internacional que analiza la crisis, lleva a una nueva era de Guerra Fría con complicaciones inéditas.

Brota así de las especulaciones la idea de dos esferas que protagonizarían el enfrentamiento parecido pero no exactamente igual a la Guerra Fría que atormentó a la segunda parte del siglo XX. Una esfera protagonizada por Estados Unidos, sus aliados y el resto. La otra por el dúo China-Rusia, que completan el trío estratégico puesto de moda desde que Rusia cambió el mundo con la invasión de Ucrania.

Socios y aliados, Vladimir Putin y Xi Jinping. Foto: Reuters

Socios y aliados, Vladimir Putin y Xi Jinping. Foto: Reuters

Son los reajustes de alcance histórico los que se van desplegando con el desastre de los precios energéticos, la escasez alimentaria, las confrontaciones económicas y financieras que provocan las sanciones y las emergencias nacionales, que se esparcen por el mundo y de las cuales vivimos solo el comienzo.

La lucha contra el cambio climático, en veremos

¿Adonde a ido a parar, por ejemplo, la última quimera del futuro para salvar al mundo de los cambios climáticos, el recalentamiento del planeta con las energías renovales y toda la parafernalia destinada a oxigenar la vida de diez mil millones de habitantes, como se debatió en la conferencia de Glasgow, Escocia, en noviembre de 2021?

Todo parece haberse ido al traste. Evitar que la temperatura aumente más de un grado y medio, abolir el carbón en favor de la energía limpia y otras maravillas que debían concretarse en 2050.

La amenaza reiterada por el propio presidente Putin de incinerar con nuevas armas nucleares hipersónicas “imposibles de interceptar” a las principales metrópolis europeas y alcanzar a EE.UU., convierten un desafío tan importante para la humanidad como la lucha contra el desastre climático en un tema obsoleto, fuera de la realidad vista la que se viene.

Ucrania, un tema secundario para China

La guerra en Ucrania es un escenario importante que la involucra, pero secundario para China, que vive su enfrentamiento contra Estados Unidos en Asia, en el inmenso espacio del Indo-Pacífo. Se trata de una construcción geopolítica, tanto que otros países de la zona lo achican o agrandan, según sus puntos de vista.

Para EE.UU., la lucha por dominar el Indo-Pacífico es vital. El poder imperial norteamericano se apoya en el dominio de los mares y en este caso en un vasto conglomerado donde vive más de la mitad del planeta, con protagonistas como China, India, Paquistán, Indonesia, Japón, Australia y hasta Nueva Zelanda, por nombrar los más importantes.

En ese calderón asiático que se alarga a Oceanía se encuentran islas y estrechos por los que desfilan buena parte de los movimientos marítimos esenciales de China y las otras naciones.

También se encuentra la isla de Taiwan, que el régimen de Beijing considera parte del territorio chino y espera recuperar, probablemente por la fuerza. El caso Rusia-Ucrania ha devuelto actualidad a la cuestión de Taiwan.

Estados Unidos concentra en la unión geopolítica de los océanos Indico y Pacífico una impresionante fuerza naval, apoyada en una red de bases terrestres marítimas y aéreas, capaces además de recibir decenas de miles de soldados.

La invasión rusa de Ucrania ha encendido la mecha global del enfrentamiento China-EE.UU. Una buena razón es que el predominio militar norteamericano, cuyo centro es la alianza con 30 países europeos en la OTAN, se extiende ahora hacia el Indo-Pacífico.

En algunas reuniones recientes de la OTAN han sido invitados delegados de Japón, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, con los que EE.UU. ha suscripto alianzas, en las que entra también Gran Bretaña.

La OTAN pierde así su connotación regional, se globaliza.

Los chinos no solo protestan. Pesan los pros y los contras de cada acontecimiento bélico en Ucrania.

Descubrieron rápidamente que la guerra obligó a los norteamericanos a concentrar su atención en la invasión y disponer la movilización de la alianza, sobre todo con el apoyo armado a los ucranianos y al desarrollo de una contundente masa de más de diez mil sanciones entre europeas y norteamericanas, para debilitar a Rusia y obligarla a no cometer nuevas aventuras como la iniciada el 24 de febrero.

Ucrania es un buen factor de distracción del teatro del Indo-Pacífico, donde los forcejeos que amenazan terminar a cañonazos son continuos y donde EE.UU. mueve una extensa red de relaciones con países que incluyen al comunista Vietnam, primera nación que derrotó al Tio Sam, con el que Washington mantiene una muy buena relación. China combatió contra Vietnam por la posesión de islas y territorios.

Los militares norteamericanos están muy concentrados en el Indo-Pacífico y al parecer advirtieron al principio de la invasión rusa que había que evitar distraerse del principal teatro de operaciones.

China es actualmente el principal rival en el escenario mundial, más débil que Rusia en el campo de las armas nucleares, pero que va camino de convertirse en los próximos años en la primera superpotencia global.

Los chinos estudian hasta en los mínimos detalles lo que ocurre en la matanza ucraniana, donde los rusos han cometido errores serios y los ucranianos demostraron que saben combatir mejor, con unidades más ágiles y métodos lejanos del pesado despliegue ruso.

Las lecciones de la guerra en Ucrania

La guerra ha suministrado muchas enseñanzas a Beijing. Para los chinos esta guerra ha deparado la novedad del empleo múltiple de los drones y de la ventaja de la movilidad que demuestran las tropas ucranianas.

Los chinos no quieren hacer, al menos por ahora, una alianza formal con Rusia. Antes de la invasión, cuando Putin visitó Beijing para la clausura de las Olimpiadas de invierno con el líder Xi Jinping, ambos suscribieron una declaración en la que se afirmó que “no tiene fin” la colaboración entre las dos potencias.

Muchos leyeron que esto quería decir que Putin había informado a Xi que estaba a punto de invadir Ucrania, como ocurrió.

De hecho, la versión de que el presidente ruso había prometido a su homólogo chino que no produciría “operaciones militares” en Ucrania durante las Olimpíadas de Beijing, fue confirmada en los hechos.

El error de Xi

En China, en el PCC se critica el error de Xi de no haber convencido a Putin de no lanzar un ataque a Ucrania. Foto: AP

En China, en el PCC se critica el error de Xi de no haber convencido a Putin de no lanzar un ataque a Ucrania. Foto: AP

De allí la crítica que –en algunos ambientes del partido comunista chino, que dentro de tres meses se reunirá y otorgará a Xi Jinping un tercer mandato que podría ser vitalicio– se esparció en los corrillos del poder chino (donde de estas cosas no se habla pero se susurra) sobre la impresión de que Xi (quien seguramente no fue sorprendido por la invasión rusa) había cometido un error al no disuadir a Putin de un ataque militar de consecuencias enormes y negativas para los rivales de EE.UU.

El ex embajador chino en Ucrania, Gao Yusheng, publicó un análisis en el que escribió: “Ha comenzado la derrota militar de Rusia. Putin se equivocó al querer reconstituir la esfera de influencia de la Unión Soviética. Su violación de la soberanía de otros Estados es la más grande amenaza para la paz, la estabilidad y la seguridad en Eurasia”.

Muchos leyeron entre líneas la condena de la opción estrategia de Xi Jinping de apoyar a Rusia, con una colaboración “que no tiene fin”.

El apoyo chino a la gesta de Putin se mantiene en equilibrio inestable porque China defiende incluso con su voto en los organismos internacionales la condena de las violaciones a la integridad territorial de los Estados. Xi no se olvida de poner por delante los intereses nacionales de una superpotencia que está sufriendo una cadena de problemas serios.

Por ejemplo, la política de Covid cero, de lucha sin cuartel contra la pandemia del coronavirus, triunfó durante casi dos años pero ahora está en cuestión.

Para liquidar los focos de contagio, el gobierno mantiene en cuarentena 45 ciudades con una población de 373 millones de habitantes, entre ellos nada menos que Shangai, la capital financiera y mayor metrópoli del país. Las limitaciones severas abarcan a zonas que producen el 40% de la riqueza nacional.

La economía pierde ritmo y no solo por la estrategia errada contra la pandemia. Se han ido 30 mil millones de capitales extranjeros, siguen los sofocones en la inmensa área inmobiliaria y las Bolsas sufren.

El Fondo Monetario Internacional redujo en un punto la promesa de un aumento del 5,5% del Producto Interno Bruto en 2022. El año podría terminar con una reducción al 4%. El gobierno desempolva las recetas estatistas, oficialmente para reducir las desigualdades sociales, lo que quita dinamismo a la economía. Y se prometen nuevas inversiones públicas en infraestructura.

En estas aguas agitadas que se expanden por todo el planeta, China se propone navegar a vista con prudencia pero aprovechando las oportunidades que le proporciona lo que Mao Tse Tung llamaba “un gran desorden bajo el cielo”.

No abrazará a Rusia en una alianza formal, pero tampoco la abandonará. Los rusos, si no triunfan en Ucrania, pueden terminar siendo vasallos de una economía china capaz de absorber gigantescas importaciones en productos energéticos y agrícolas. Lo prueba el aumento enorme de las compras chinas a Rusia en los últimos meses.

Enemigos y socios

El interés nacional preside las estrategias de China. El trío estratégico promoverá las dos esferas según afirman algunos doctos, pero los chinos se asumirán el papel protagónico frente a una Rusia superdotada en el campo nuclear pero con unas dimensiones económicas similares a Brasil e inferiores a Italia.

Esta realidad obliga a Xi Jinping a responder a sus grandes socios en los mercados mundiales, como los 30 países de la Unión Europea, que están segundos. ¿Y quien es el primero? Estados Unidos por supuesto.

Las dos esferas de influencia planetaria demostrarán que la segunda Guerra Fría será muy distinta a la primera. China deberá redimensionar a Vladimir Putin si quiere construir un Sendero Luminoso, como también decía Mao.

Roma, corresponsal

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