viernes, marzo 29

«Algo tendré que hacer para revertir esta mala racha»



Fue el gran dominador durante todo el fin de semana. Dominó el primer entrenamiento y a partir de allí, fue el referente para todos a cada salida a pista de este nuevo TC2000, al menos con el cambio de nombre que pretende volver a sus orígenes. Pero Agustín Canapino, que comandó cada tanda con el Cruze del equipo oficial Chevrolet, se quedó con las manos vacías.

Primero fue en la carrera Sprint del sábado, que mientras buscaba el primer lugar con el mejor ritmo en la pista, se quedó sin frenos. “Lo bueno es que me sucedió en un sector lento. Sino, me hubiese pegado muy feo”, estacó en medio de la bronca.

Pero tenía la revancha de la final del domingo, donde largaba desde la pole position. Y allí ratificó su condición de favorito, manejando en su favor las diferencias establecidas desde la vanguardia. Hasta que el impulsor sufrió una falla y todo quedó en la nada. “Algo tendré que hacer para revertir esta mala racha”, admitió con más bronca aún.

Sin embargo, este maleficio no es exclusivo para el arranque del ejercicio 2022 en el TC2000 por parte de Canapino. En el Turismo Carretera, ya con dos fechas, también vivió algo similar. Con el agravante en Viedma de haber sufrido un tremendo accidente, del que salió ileso respecto de la magnitud del golpe.

“Le tengo miedo al accidente, a quedar mal. No voy a mentir y ese temor está”, confesó el piloto de Arrecifes mientras dialogaba con el equipo Carburando.

“Santiago Mangoni quedó con un pedazo de pulmón menos a causa de un accidente en la pista. El automovilismo de hoy es muy seguro, pero es verdad que siempre algo puede pasar”, comentó Canapino.

Y el piloto de Chevrolet recordó el incidente de este año: “En el TC quedé regalado en Viedma y pudo haber sido peor. Pero bueno, uno convive con estas situaciones”.

Claramente cuando a veces quien no pertenece al mundo del automovilismo pregunta cuál es la necesidad de asumir esos riesgos, el actual campeón del ahora TC2000 (hasta el año pasado Súper TC2000) lo responde desde el corazón. “Mi vida es por y para el automovilismo. Seguro que me perdí otras cosas, pero soy feliz de vivir todo esto. Soy feliz viajando a 230 km/h en el curvón a los saltos”, contestó con una sonrisa.

De pequeño habitó los autódromos, acompañando a su padre, el recordado preparador Alberto Canapino: “Heredé esto de mi viejo. Era muy pasional. Quería todo el tiempo estar con esto”, destacó: “Lloré un montón cuando perdí a mi viejo”.

El lado B de Canapino

Pero Agustín tiene su vida. Y muestra algunos detalles: “Rescatamos perros de la calle con mi novia. Estamos muy pendientes de ello. Son seres superiores a los humanos. Más fieles. Sólo les falta hablar”, comentó.

“Soy muy sencillo. No tuve una niñez y una adolescencia fácil. Me crié con mi mamá y mis abuelos. Pedía cosas fiadas con zapatillas rotas en Arrecifes”, recordó. Aunque sabe bien qué es lo más importante para él: “Me preocupa la salud y el bienestar de mis seres queridos. Y soy un agradecido a la vida de poder vivir de lo que le gusta”.

Respecto de la actualidad, Canapino no se aleja de la realidad: “Sufro mucho al ver lo que pasa en Europa. Realmente me angustia muchísimo ver lo que sucede en Ucrania”.

Pero también es crítico ante la realidad argentina, a la que hace una analogía con lo que se vive en el automovilismo: “Lo que vivimos a nivel social y económico es una pesadilla, estamos cada vez peor. Estamos en un mismo barco todos juntos y ya no funciona más querer destruir al otro. Hay que instalar a filosofía de ganar-ganar. Y esto se traslada al automovilismo nacional, que vive diferencias. Hay que buscar el bien común y que todos sean beneficiados”.

Rosario. Especial para Clarín.





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