viernes, marzo 29

alcohol, sexo y violencia, un cóctel que se repite en las denuncias que enfrentará



En el pináculo de su carrera, el productor de modas Pablo Rangeón pasó de pasearse por los boliches a la cárcel. Una denuncia por abuso sexual fue el disparador de otras cinco, las que ahora serán motivo de debate a fin de determinar su veracidad.

Dueño de la agencia “Fashion Models Salta” y con un reconocimiento de parte del Concejo Deliberante por su trayectoria, Rangeón parecía tenerlo todo, sin embargo y paradójicamente, la noche se le vino encima, sin casi darse cuenta.



Fue en marzo del año pasado, cuando una joven que había sumado a su staff amenazó con denunciarlo y cumplió. La joven, quien había ingresado al círculo íntimo del productor, como muchas otras, denunció ante la justicia un rosario de abusos sexuales, estafa y episodios de violencia de género.

Rangeón, a sabiendas de lo que se le venía, se ocultó en la casa de un familiar Camino a Colón, donde el 6 de marzo del año pasado, fue detenido. Tras las rejas, las denuncias se replicaron a través de otras víctimas que dejaron el miedo de lado y acusaron al productor de modas por otros abusos sexuales.

Así, y después de unos meses, el fiscal penal Rodrigo González Miralpeix, de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, acumuló seis denuncias, cuatro de ellas por abusos sexuales con acceso carnal y dos por hechos simples, aunque no por ello menores.

S. G., la primera ex modelo en apuntar contra Rangeón, sostuvo que comenzó a tener contacto con el productor desde 2010, primero lo hizo como aspirante y luego pasó a ser la encargada de la escuela de modelaje, lo que llegó de la mano con una relación sentimental con su jefe.

Según explicó, quedó atrapada cuando Rangeón le ofreció un departamento en el mismo edificio donde funcionaba la agencia, sobre calle Buenos Aires, cerca de la plaza 9 de Julio. Así, él se ahorraba su sueldo y ella el alquiler. 


Una de las denunciantes, que fue su pareja,
dijo que sufrió más de 100 abusos sexuales, golpizas
y la pérdida de un embarazo.


La relación sentimental, en contrapartida a la financiera, no fue la mejor, pues al poco tiempo, sucedieron distintos episodios de violencia. Según la joven, en todos los casos, ella fue la víctima, Afirmó que entre 2010 y 2017, sufrió más de 100 abusos sexuales, golpizas de todo tipo, las que le causaron la pérdida de un embarazo y la fractura de la mandíbula, además de otros sometimientos que le causaron un grave daño psicológico.

Réplica del acusado

Rangeón, por su parte, contratacó con otro racimo de hechos, en los que se ubicó como víctima. En este caso de una relación tóxica, en la cual la denunciante lo asediaba día y noche. Relató que en una ocasión se trepó al balcón de su departamento en el barrio El Huaico, donde se la pasó toda la noche vigilándolo.

También presentó como pruebas, actuaciones judiciales en las cuales se impuso a la joven una restricción de acercamiento. La fiscalía, sin embargo, resaltó el relató de la víctima, en especial cuando contó cómo eran las noches con Rangeón. Dijo que siempre se mostraba generoso, pues llevaba a las chicas a distintos boliches, One y Hackuna, y por sus influencias, siempre iban al sector Vip, donde él mismo se hacía cargo de las mejores bebidas.

Lo describió como una “persona adicta a las sustancias prohibidas (pastillas) y a las bebidas alcohólicas”, pues en “reiteradas veces le exigió que capte a otras mujeres y la mandaba a dejar la tarjeta personal del acusado”. 

Según el fiscal, la modalidad del acusado consistía en “invitarlas a la escuela de modelaje y luego a salir, para llevarlas a tomar alcohol”, mecánica que también advertida por otras tres víctimas, quienes declararon haber conocido al productor y, ahí nomás, les compartía un trago, pero que luego de beber se despertaban desnudas y en la cama de Rangeón.

P. J. P., otra denunciante que se destacaba, habría caído en la misma trampa. Fue tras confiarle a su jefe que tenía problemas para alquilar, lo que fue aprovechado por el imputado para ofrecerle su departamento en barrio El Huaico, donde la quiso seducir con algunos tragos fuertes.

Como la joven se opuso, “la tiró en la cama y la tomó por la fuerza, rompiéndole las prendas de vestir a la denunciante”, para luego violarla e intentar que le practique sexo oral, jactándose de sus dotes de amante. Además de la violencia, en este caso también hubo un fraude de por medio.

Es que la joven le pagó 60 mil pesos a modo de adelanto por el alquiler, pero nunca pudo habitar el inmueble y mucho menos Rangeón le devolvió esa suma.




Captación de «modelos»

C. F. R., en tanto, denunció el mismo modus operandi. Dijo que conoció a al productor de modas en un boliche, Hackuna, donde la hizo subir al sector Vip, le invitó un trago y al otro día, amaneció desnuda en la cama del acusado.

Reveló que al despertarse tenía “el rostro golpeado, las piernas lastimadas y un fuerte dolor en su zona vaginal”. Agregó que, al recobrar el conocimiento, Rangeón la llamó para jactarse de la nochecita que tuvieron y le dijo que tenía una filmación, como prueba de la supuesta relación sexual mantenida.

Una cuarta víctima, en ese momento de 17 años, relató que conoció a Rangeón en un boliche, donde el productor le invitó un trago y que luego perdió el conocimiento. Al día siguiente, amaneció en uno de los departamentos del acusado.

La joven aseguró que fue drogada. “Le puso pastillas a mi bebida. Yo me levanté totalmente desnuda, sin saber lo que pasaba. Me enojé y me quería ir. El me amenazó diciendo que si decía algo nadie me iba creer y que era una muerta de hambre”, a lo que agregó que “donde me cruce hablaría mal de mí”.

Las otras víctimas, también menores, fueron captadas en un gimnasio y en el corredor de La Balcarce, entre otros lugares que el acusado visitaba para captar a sus víctimas, a quienes siempre seducía con promesas de convertirlas en modelos de fama.

Lo que sucedía, sin embargo y según lo denunciado por las menores, eran abusos sexuales que el acusado cometía entre las bambalinas de los desfiles que hacían los fines de semana, o bien, en los salones de su agencia, donde practicaban el modelaje. 

En esas circunstancias, y según las denuncias, el productor se aparecía cuando se vestía y lo hacía con la excusa de que ya había visto todo, y que para ellas era como si fuera otra mujer. En otros casos, directamente les tocaba a las modelos sus partes íntimas, justificándose que era para que acomodarle la ropa y sus cuerpos se noten más.

Estos abusos, según dijeron, eran comunes en los desfiles y en las prácticas, pero que nunca lo denunciaron, ya que temían que el productor les arruine la carrera con sus contactos, pues así amenazaba a quienes querían abandonar la agencia.





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