
El pasado 23 de febrero se cumplió el 67° aniversario del triunfo electoral de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), partido que en 1958 consagró al Dr. Arturo Frondizi como presidente de la Nación y a don Bernardino Biella como gobernador de Salta. De esta forma el país retornaba a la democracia pero con una materia pendiente y que sería una constante en el transcurso de toda la década siguiente: la proscripción del peronismo.
Pero en 1958, hacía algo más de un año que el histórico partido de Alem e Yrigoyen se había dividido (UCRI y UCRP). La fragmentación había ocurrido a fines de 1956, luego de la convención partidaria convocada en noviembre de ese año. Después de estos hechos, el 12 de abril de 1957 el gobierno de facto presidido por el general Pedro Eugenio Aramburu, declaró la necesidad de reformar la Constitución Nacional y por eso convocó a elección de constituyentes para el 28 de julio de 1957, es decir en un corto plazo de casi 60 días.
En los comicios, los partidos más votados resultaron ser la UCRP (2.100.000) y la UCRI (1.800.000) en tanto el peronismo proscripto se alzó con el triunfo «moral» al lograr más de 2.400.000 votos en blanco. Pese al resultado, envalentonado el gobierno de facto, resolvió convocar a elecciones generales para el 23 de febrero de 1958. Aramburu, Isaac Rojas y su entorno político estaban convencidos que proscripto el peronismo, la UCRP se alzaría con el triunfo, con lo cual el continuismo estaba asegurado. Creían que Perón repetiría la estrategia electoral asumida frente a las elecciones de constituyentes cuando había dicho: «si el peronismo está proscripto votará en blanco». Lo que el gobierno y sus aliados no habían captado o no les interesó que la estrategia de Perón cambiaría según las circunstancias.
No bien el gobierno de facto convocó a elecciones generales en noviembre de 1957, un rumor comenzó a recorrer la Argentina: «Perón pactaría con Frondizi» decían. Al principio, casi nadie creyó en la versión pero a medida que los plazos electorales corrían, ella fue in crescendo. Al principio, ni el peronista común le dio mayor crédito al rumor que según se decía provenía de Caracas, ciudad donde residía Perón. Y fue esa incredulidad la que llevó a que muchos peronistas se dedicaran a organizar los primeros partidos catalogados como «neoperonistas». «Cada maistrito con su librito», diría Francisco «Pancho» Alvarez Leguizamón. Uno de los que más popularidad alcanzó fue el Partido Blanco, nombre que rememoraba la reciente «blanqueada» del 28 de julio de 1957, o del voto en blanco que se había impuesto en esas elecciones.
El hecho es que a medida que el tiempo transcurría, el rumor del pacto fue creciendo, tanto como una bola de nieve. Y frente a ello, ambos radicalismos comenzaron a desarrollar sus propias estrategias. Los Intransigentes o «frondizistas» alentaban el rumor que de ser cierto los beneficiaría, y los «del Pueblo» o «balbinistas», primero alimentaron el descreimiento del arreglo, después lo catalogaron de espurio y finalmente pusieron en práctica una campaña confusionista en el seno del peronismo. Y así sucedió en todo el país y por supuesto, también en nuestra provincia.
Panorama salteño
Usando viejos términos, bien podríamos decir que la campaña electoral de febrero de 1958 fue verdaderamente de «hacha y tiza». Y ambos radicalismos mostraron la certeza de aquel viejo y trillado refrán: «No hay peor astilla que la del mismo palo».
En Salta, la Unión Cívica Radical Intransigente sostenía como candidato a gobernador a un honorable radical de viejo cuño: Bernardino Biella. En tanto los radicales del Pueblo llevaban un no menos respetable varón, también de añejo cuño y candidato en lides anteriores, el Dr. Carlos Saravia. Ambos tenian tras de sí a dos conocidos diarios de la época: la UCRI con El Tribuno dirigido por Jorge Raúl Decavi, y la UCRP con El Intransigente bajo la dirección de un experimentado capitán de tormentas: don David Michel Torino. Y así las cosas, dos partidos bien organizados y en el medio, un peronismo aparentemente atomizado, sin prensa pero con dirigentes que por entonces tenían una inalterable fuerza de convicción. La mayoría eran de escasos recursos pese a que muchos de ellos habían ocupado destacados cargos políticos hasta 1955. Sin dudas, eran dirigentes de madera noble, de uno y otro lado, según sus convicciones, al menos así se aprecia después de 67 años de historia.
Guerra de rumores
A mediados de enero y ya casi a un mes de los comicios, los dos diarios, El Tribuno y El Intransigente, se transformaron en piezas claves de la encarnizada campaña por la gobernación. Mientras tanto en el peronismo se había comenzado a escuchar a partir del 6 de enero, rumores cada vez más fuertes sobre el pacto Perón-Frondizi. Pese a ello, aquí en Salta se constituyeron en pocos días varios partidos «neoperonistas»: Federal Popular, Federal Agrario, Laborista Nacional, Unión Federal y Partido Blanco. El menú se completaba con la UCRI, UCRP, Unión Provincial, P. Demócrata Nacional y el PC.
Por un cable de la Agencia Saporiti fechado el 12 de enero, la versión del Pacto se agigantó y a los pocos días, desde su exilio en Bolivia, el exdiputado Juan Carlos Cornejo Linares, confirmó su existencia a través de una entrevista telefónica con El Tribuno. Dijo que «el general Perón le había confirmado esa información en su reciente viaje a Caracas». A partir de entonces, en el peronismo lugareño se desató una sorda confrontación entre quienes proponían votar positivamente por sus candidatos y los que habían decidido acatar la orden de Perón: «no votar en blanco; no votar por partidos «neoperonistas»; votar en contra del partido que representaba el continuismo de la dictadura de Aramburu y Rojas (UCRP); y votar por el partido que ofrecía mayores garantías»(léase UCRI). Había también un tercer grupo, el liderado por Tomas Ryan que, poniendo en duda la existencia del Pacto, insistía con votar en blanco, posición que mantuvo hasta el final.
Primeras renuncias
Entre los «neoperonistas», el partido más fuerte era el Partido Blanco presidido por Pedro Soliverez. Y éste, por contener la «flor y nata» del peronismo lugareño, fue el que más sufrió el cimbronazo causado por la orden de Perón. La primera renuncia, luego de conocida esa orden fue –según la publicación de El Tribuno- de una mujer: Elsa Noemí Lerario de Querio. A ella le siguieron Francisco Sepúlveda, Carim Abdala, de Orán y doña Segunda Rosas de López, de Cerrillos.
Más tarde, el 18 de febrero, el Dr. Ricardo Falú, luego de entrevistarse en Buenos Aires con el doctor Alfredo Albrieu, del Comando Táctico, confirmó que la orden final era votar por la UCRI y por el doctor Arturo Frondizi. Al día siguiente dimitieron al Partido Blanco el doctor Armando Caro, ingeniero Walter Elio Lerario, Pío Pablo Díaz (Cachi) y los doctores Vicente Massafra y Horacio Feix Bravo Herrera. Finalmente en la edición del 20 de febrero, El Tribuno publicó una solicitada firmada por más de un centenar de peronistas de toda la provincia. Allí sintetizaban la orden: «No votar en blanco; No votar por partidos neoperonistas; Votar en masa por el Dr. Arturo Frondizi y sus candidatos».