Los Pereira son sinónimo de solidaridad. Daniel, Débora y el pequeño Gael lo hicieron de nuevo y volvieron a robarles sonrisas a los pacientes del hospital de salud mental Miguel Ragone, en otro acto de hermandad por los más necesitados.
Es que la semana pasada, y en vísperas de Navidad, ofrecieron un refrigerio, como el año pasado, para medio centenar de pacientes que se encuentran casi en el «abandono familiar», para compartir sus alegrías y ver desde el corazón un mundo en que solo sus víctimas conocen.
De esta manera, junto al personal del hospital neuropsiquiátrico, la Asociación ASAUS, con la colaboración de Tilcara Guzmán y familias que se sumaron, se vivió una gran fiesta en las instalaciones del centro de Villa Las Rosas, como parte de los festejos de Navidad y despedida del 2024.
«Causa mucho dolor ver esta gente por su enfermedad y a veces no saben dimensionar lo que uno les pueda llevar o lo que se pueda hacer por ellos. Si bien hay algunos que me reconocieron del año pasado, hay otros que ni saben quién sos», destacó Pereira.
En ese sentido resaltó que «te enterás que hay muchas familias que van y los abandonan completamente, como también algúnos familiares que le van a cobrar el sueldo y no vuelven nunca más».
«Lo bueno y diferente de esta movida es que hubo pacientes hasta con sillas de ruedas que se pusieron a bailar en su afán de divertirse unas horas», señaló.
«Es fundamental la concientización de la gente para realizar actos solidarios. Por ahí no pasa por un elemento, sino por visitarlos, porque lo necesitan, una charla, un abrazo o una sonrisa, para que sus mundos puedan cambiar, aunque sea por unos instantes», destacó.
Finalmente resaltó que «estamos buscando sumar gente con espíritu solidario que quiera ayudar en lo anímico, que es una de las herramienta fundamental para construir una mejor sociedad».
Daniel, Débora y Gael concurren hace 11 años con donaciones a Santa Victoria Este, en donde asisten a más de una veintena de comunidades aborígenes.
Además ayudan a miembros de esas comunidades originarias, como wichis, guaraníes o tobas, cuando llegan al albergue del IPPIS para realizar algún trámite o alguna interconsulta médica.
A su vez les acercan ropas, azúcar, te, yerba y otros alimentos, principalmente los fines de semana y colaboramos con el pan durante toda la semana.
«Apostamos todos los años a volver y, al margen de las donaciones que uno pueda conseguir, es el afecto de compartir con unos 300 de ellos una comida, una charla, o jugar al fútbol», destacó Daniel.
«El cariño que te brindan es impagable», resaltó.
«El país conoce nuestro trabajo, sabe que no somos políticos ni fundaciones, ni ONG. Simplemente somos tres personas que nos enorgullece ayudar a los más necesitados», destacó.
Los Pereira reciben donaciones desde Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba o La Pampa, por ejemplo, en donde la gente colabora hasta con la compra de algún medicamento y envían donaciones por determinadas comunidades.